Catch-22 (Trampa 22), por Joseph Heller

Estoy leyendo otra novela bélica, que no es precisamente mi género favorito, pero resulta que va más allá de la superficie de la Segunda Guerra Mundial y se adentra en la manipulación, el clasismo, el absurdo, con un sentido del humor agrio y desentonado.

¿Cómo haces burla de la tragedia diaria de los bombardeos? Pues haciéndola, con memorables paradojas, repitiendo frases que retratan a personajes (creo que Goscinny hacía algo parecido en la serie del pequeño Nicolás, el francés del siglo pasado, no el español de este siglo, con Eudes que quería darle puñetazos en la nariz a todos, o el niño que era el ojito derecho de la maestra, etc). Aquí no se habla de un patio de colegio, sino de una unidad de bombarderos, cuyos soldados viven obsesionados con el sexo, con sobrevivir o con el deber y el patriotismo suicida, entre pesadillas, hospitales, normas locas, triquiñuelas reglsmentarias fulleras como la Trampa 22, o con su cámara de fotos para retratar mujeres desnudas sin nunca lograrlo, y cuyos oficiales y mandos desprecian a los soldados de a pie, y buscan todas las maneras posibles de medrar en sus carreras militares sin exponerse al mínimo riesgo, ofreciendo voluntarios a sus soldados para las misiones más peligrosas y fútiles, buscando por todos los medios aparecer en el Saturday Evening Post, indecisos, caprichosos y cobardes como ellos solos. Requiere una gran habilidad hacerte reír a carcajadas en semejante panorama de desesperación, y después de partirte de risa casi te asqueas de ti mismo.

Un retrato de Joseph Heller. Fuente: goodreads.com

Unos días más tarde de escribir el párrafo anterior, ahora que he terminado de leerlo, me quedo conmovido con la sensación brutal, desoladora, de la búsqueda de la novia de su amigo difunto que Yossarian emprende por toda Roma, presenciando una ristra atroz de crueldad y violencia, niños con hambre, palizas, los gritos de «¡Socorro, policía!», que no son para llamar a la policía, sino para avisar de que viene la policía y lo mejor es ponerse a cubierto. Si los intentos furiosos y habilidosos de la novia de Nately de asesinar a Yossarian te hacían llorar de la risa, este capitulo crudo te hace llorar de desconsuelo por la miseria que muchos con peor suerte que la nuestra siguen viviendo hoy en día.

Tengo un corresponsal en twitter al que no estoy seguro de conocer y a quien parece no gustarle que Cortázar bromease con la muerte de un bebé en Rayuela. Es muy de agradecer leer comentarios sobre mis balbuceos aquí. Pero tengo la convicción de que el humor en medio del drama es lo que el chile habanero al picante, lo que más destaca el dolor, por el puñetazo a la mandíbula que implica. En Catch-22, el humor es la bomba atómica que deja los edificios en pie y ni un alma con vida ni sin secuelas.

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